viernes, 27 de julio de 2007

“clama, ne cesses!” 6.VIII.70


Andrés Vázquez de Prada, “El Fundador del Opus Dei, Tomo III, cap 23

A la vuelta de México pasó el Padre unas semanas en Premeno, al norte de Italia, junto al lago Mayor, descansando y trabajando. La mañana del 6 de agosto de 1970 don Javier Echevarría fue a ayudar a misa al Padre, como de costumbre, y se lo encontró frente al altar, recogido en oración. Todavía resonaban en su alma unas palabras de consuelo, por las que Dios le daba a entender cuán grato le era el clamor incesante por la Iglesia y por la Obra, y cómo lo tenía presente. Años después lo contaba en una tertulia, eliminando todo protagonismo:

Pues había un alma que estaba pasando una temporada de mucho sufrimiento —no es ningún alma santa, es un alma como la vuestra, que tiene altos y bajos, que ha de ponerse lañas, lañas grandes—, y cuando no lo esperaba, mientras rezaba mucho por una cosa que todavía no ha sucedido, oyó en lo íntimo del corazón: clama, ne cesses! A esa alma no le gusta oír nada: sufre. Pero escuchó: sigue rezando, con clamor, con fortaleza; no dejes de rezar, que te escucho. Clama, ne cesses!.

Raramente comunicaba el Padre estos sucesos sobrenaturales. Tampoco sacaba a la luz pública episodios de esta índole, salvo si lo consideraba necesario para bien de la Obra y de sus hijos.

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