Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Acabamos de empezar un año mariano en la Obra para agradecer a la Santísima Trinidad, por medio de la Virgen, la erección de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, hace veinticinco años. Para estos meses, os he sugerido pocos actos concretos de piedad; pero, sobre todo, interesa que cada una, cada uno, dé un fuerte impulso diario a los afanes de santidad y de apostolado, por medio de un trato intenso, fervoroso, con nuestra Madre del Cielo.
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