
Andrés Vázquez de Prada, “El Fundador del Opus Dei”, Tomo III, cap 23
De manera que, como es lógico, poco sabemos de las muchas gracias extraordinarias que recibió; pero sí algunas de ellas, como lo sucedido el 23 de agosto de 1971. Pasaba unos días en Caglio, un pueblecito cercano a Como, en el norte de Italia. Esa mañana, después de celebrar misa y dar gracias, estaba leyendo el periódico cuando sintió que, con gran nitidez y fuerza irresistible, se imprimía en su alma una locución divina: Adeamus cum fiducia ad thronum gloriae ut misericordiam consequamur. Vayamos confiadamente al trono de la gloria para obtener misericordia.
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